- Te saltas la vuelta a la calma: Termina tu entrenamiento con unos minutos de trote suave para que tu pulso se estabilice y tu corazón no pare de golpe.
- No estiras: Estirar después de tu entrenamiento puede ayudar a que tus músculos no te duelan al día siguiente.
- No comes nada después de entrenar: La comida es tu combustible antes de ponerte a sudar. Además ayuda a tus músculos a recuperarse mejor después de un duro entrenamiento. Lo ideal sería tomar una combinación de hidratos de carbono y proteínas como por ejemplo un yogur o un puñado de nueces.
- No te cambias de ropa: La ropa sudada está húmeda y llevarla más tiempo puesta puede provocar infecciones.
- No te duchas: El sudor pegado a tu piel genera que las bacterias se desarrollen mejor provocando irritaciones o granitos.
- Te premias con un buen trago: Beber alcohol después de entrenar hace que tu recuperación sea más lenta y deshidrata tu cuerpo. La mejor opción es beber agua los 30 minutos justo después de acabar.
- Duermes poco: Dormir es ESENCIAL para recuperarse después del entrenamiento. Y es que ese es el momento que tiene nuestro cuerpo para curar y reconstruir nuestros músculos.